MÚSICO DE CULTO Y AGITADOR CULTURAL
Muere Víctor Nubla, gran conspirador de la música experimental
El músico barcelonés, cofundador de Macromassa, fallece a los 63 años de complicaciones derivadas de una hernia
Jordi Bianciotto
Periodista
Jordi Bianciotto
Su clarinete y su incansable inventiva marcaron uno de los puntos cardinales de la escena barcelonesa más experimental, siempre muy lejos de las corrientes centrales de la música, también de las alternativas, a lomos de Macromassa, y conspirando en el ‘underground’ del ‘underground’, en la creación del festival LEM y de la asociación Gràcia Territori Sonor. Ha muerto Víctor Nubla, a los 63 años, y perdemos a un creador “innovador e intuitivo”, así como “un precursor que no se las daba de serlo”.
Son palabras de Juan Crek, su cómplice en Macromassa desde 1976, una especie de alma gemela cuya amistad se forjó a partir de los seis años en las aulas de La Salle Gràcia. Macromassa tuvo múltiples formaciones, pero el núcleo duro residió en ellos. “Nos quedamos los dos al frente porque no necesitábamos hablar mucho. Siempre estábamos de acuerdo en todo: nos gustaba el mismo trozo de una composición, la misma voz, el mismo ritmo. Nos conocíamos mucho, es normal”, explica, todavía perplejo e impresionado por la súbita muerte de su amigo, este martes por la tarde en el Hospital de Sant Pau, tras complicaciones derivadas de una hernia.
Una noche con Henry Cow
Al principio, Nubla tocaba el saxo alto y él, un sintetizador sin teclado, el audiogenerador. “Luego él se pasó al clarinete bajo y yo, al saxo barítono, los instrumentos más bajos, yo diría que por chulería. ¡Para chulos nosotros! Teníamos 20 años”. Su combinación de instrumentos de viento y recursos electrónicos condujo a Macromassa a un vuelo libre mucho más allá de sus fuentes de inspiración, el rock progresivo, el rock alemán o la escena de Canterbury. “Nos gustaban mucho Faust y King Crimson, si bien nuestro disco de cabecera era el primero de Henry Cow. Fuimos al concierto del grupo en el Casal Claret, en 1978. Y luego, ‘Rock bottom’, de Robert Wyatt”, precisa Juan Crek. Pero Macromassa viajó hacia otros parámetros: industriales, disonantes, surrealistas.
Experimentales, en suma: una etiqueta aceptada por Crek, no como ‘vanguardista’, que nunca gustó ni a Nubla ni a él. “Es un concepto bélico: los vanguardistas son los que están delante y se pegan primero”, bromea, apelando a un humor que fue siempre una constante latente en Macromassa, y no hay más que considerar títulos de álbumes como ‘Los hechos Pérez’ o ‘Macromassa presenta Armas Mosca’. Obras siempre aventuradas en las que Nubla aplicó su “oído increíblemente bueno”, que compensaba con creces sus relativos déficits de técnica. “Ni él ni yo estudiamos mucho los instrumentos”, precisa Crek, que destaca de la inquietud exploradora de su colega con la invención, por ejemplo, del sistema MCO, con el que componía a través del ‘sample’ de emisiones de radio de onda corta.
Divulgador musical
Con Macromassa, Víctor Nubla se vio situado en aquella activa periferia barcelonesa, con acentos libertarios, poblada por grupos como Suck Electrònic, La Propiedad Es Un Robo o los Perucho’s del también fallecido Oriol Perucho. Escena cercana a la del cómic, la de “Max, ‘Makoki’, Joan Ramon Guzmán y ‘El rrollo enmascarado’”, añade Juan Crek. Nubla fue también diseñador gráfico, ilustrador y escritor, así como divulgador musical: en 1984 publicó un muy didáctico libro, ‘La nueva música’ (Ediciones Teorema), en el que disertaba en torno a las modernas tendencias de la música electrónica, el rock industrial y el synth-pop, y que firmó con pseudónimo, Adolfo Marín.
Otra faceta de su labor se sitúa en la organización de conciertos, como creador, junto a Crek, del festival de músicas experimentales LEM y, a partir de ahí, del ente agitador Gràcia Territori Sonor. Pese a defender una propuesta artística tan alejada de la comercialidad, Macromassa siempre tuvo “la certeza de poder seguir haciendo cosas”, subraya Crek. “Con nuestro estilo y en nuestro propio mundo”. Últimamente habían apreciado el acercamiento de un público joven en festivales como el Sónar o el Kraak, de Bruselas. “Ahora ya no es tan duro. Hay público para todo, y después del concierto te viene gente de 25 años preguntándote por discos concretos; es agradable”.
El último álbum de Macromassa es ‘Sucede allí (2018), pero el dúo ya tenía listo su relevo, ‘No soy tiempo’. “Un disco con letras muy interioristas, de experiencias vividas, que escucho ahora y me parece que hablen del coronavirus”, revela Crek. Ahora no toca hablar de lanzamientos discográficos. “Lo único que sé es que Macromassa dejó de existir. Macromassa es Víctor Nubla y Juan Crek, y si falta uno de los dos, ya no hay Macromassa”.
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